sábado, 17 de septiembre de 2011

Desarrollo historicos de los procesos educativos


Desarrollo histórico de los procesos educativos

El proceso educativo ha venido cambiando desde  los inicios de las civilizaciones  pero es en estos dos últimos siglos, que ha sufrido cambios significativos( que afectan al proceso educativo) sin los cuales no sería posible entender los actuales sistemas de conocimiento aprendizaje  y es en estos cambios que grandes exponentes del pensamiento pedagógico han surgido siendo de sumo interés para los educadores conocérselos ya que la historia los ha reconocidos  como los primeros paidotribos de la humanidad, siendo en este breve ensayo donde les expongo algunos de sus más elementales  aportaciones al desarrollo histórico de los procesos educativos actuales.   
POR MARIO ALEXIS AYALA P.

El proceso educativo es maduración y aprendizaje simultáneamente, sin que si pensamos que en la definición misma de educación ha de tener cabida el concepto de personalización, es congruente admitir también que el proceso educativo está condicionado por estos dos factores: la maduración y el aprendizaje.
Y dentro del factor aprendizaje podemos incluir el entrenamiento, el modelaje, la iniciación y la instrucción, en los   procesos educacionales el entrenamiento se refiere al aprendizaje de las habilidades, conquistables por la práctica, el ejercicio y el cumplimiento de tareas; el modelaje está referido a la adquirir  de habilidades y conducta deseadas  a través de la imitación de modelos (profesores , familiares cercanos o personalidades que sirvan de ejemplo a ser imitados), la instrucción es un medio muy indicado para llegar a saber  que las cosas que  son, evaluadas  son justas   conquistar el uso significativo del lenguaje y poseer, en definitiva, un cuerpo de conocimientos.
La iniciación aprecia la intervención del docente en la instrucción, lo que evita pérdida de tiempo, gracias a que los adultos transmiten lo por ellos ya es sabido; en el período operacional de PIAGET el proceso educativo ha de ir unido a la experiencia directa.
El proceso educativo, en cuanto desarrollo, es un proceso natural y espontáneo; y, en cuanto aprendizaje, es artificial e intencional, el proceso educativo es genético, lo que permite calificar a la educación de antropogénesis, por su fundamento biológico y psicológico; y adquirido, por tener intervención el aprendizaje. La naturaleza representa lo estático y genético; la artificialidad, la cultura, el aprendizaje y la intencionalidad simbolizan la adaptación y asimilación del medio.


La educación permite al hombre realizarse en doble sentido: personal y socialmente, el proceso de personalización es el conjunto de mecanismos psicológicos que se desarrollan en el proceso educativo donde existe un verdadero maridaje entre maduración y aprendizaje, pues se realiza en un ser que es a la vez naturaleza y espíritu, instinto e inteligencia, la educación es un desarrollo planeado e intencional, el desarrollo es un proceso dinámico, que sólo puede efectuarse en un clima de creatividad y originalidad; es la fuerza incoercible de la vida, que irrumpe pujante, en busca de cauces aptos para su realización, la antropogénesis, sinónimo de educación, es eminentemente dinámica, tal y como enseña la psicología profunda, cuando destaca la motivación inconsciente y subterránea que la impulsa, la educación es operación y acción, lejos de toda pasividad e inercia por parte del educando.
Los fundamentos biológicos de la educación nos inducen a concebirla como un desarrollo, sin que ingenuamente confundamos crecimiento y educación, que supone intencionalidad.
Con el ánimo de evitar toda polémica, añadimos al desarrollo el adjetivo intencional; y podemos, en ese caso, aceptar todo el suministro de bellas ideas presentes en los libros de los naturalistas en términos menos biológicos  y más psicológicos, afirman otros que la educación es adquisición de hábitos, que son la expresión del desarrollo mismo.
La educación es comunicación, tal y como se ha venido repitiendo desde que PLATÓN recurriera al eros creador para explicar el proceso de conocimiento que dignificaba al hombre en la medida que fuese más próximo a la contemplación del mundo inteligible, ese eros relacionante lo requirió también SAN AGUSTÍN y gracias a su presencia en la filosofía moderna, la comunicación añade a la simple relación una donación sin menoscabo de lo poseído, en lo que participan conjuntamente el donante y  su receptor .
Somos muchos los que creemos que la comunicación es indispensable en el acto educativo.
La comunicación de la verdad presupone una teoría metafísica del conocimiento, de acuerdo con la cual se explica la comunicación del saber, ora sea a través del entendimiento, agente, ora a través del espíritu común al educador y el educando, ora a través de las lúmina virtutum (SAN AGUSTÍN) o primeros principios de los que participan todos los hombres sin necesidad de patrocinar un innatismo, ora a través del ser constitutivo de la verdad (STO. TOMÁS), ora a través del diálogo que relaciona a las personas.   
(K. JASPERS). La apertura del hombre mediante su inteligencia y su libertad es la fuente de la comunicación, al permitirle participar en el continuo trasvase de la verdad, la comunicación es la base de la dualidad educador-educanda, docente-discente; sin ella el puente de unión estaría maltrecho y no se conciencia de sí mismo, el yo -o sí mismo o self- que simboliza toda la rica variedad de dimensiones individuales, hasta alcanzar la plenitud adulta y la autorrealización como sujeto.
El proceso de socialización significa el desenvolvimiento de los aspectos sociales, los de relación con los demás, la convivencia en la comunidad propia, la asimilación de las pautas de conducta y los valores compartidos por los miembros del grupo, que constituyen la faceta psicosocial de la persona, sin la cual el propio proceso de personalización sería irrealizable. No son dos elementos o estratos que compongan el hombre; sino dos dimensiones descomponibles conceptualmente, que no en la realidad.
Personalización -socialización son los extremos de un oscilante movimiento, que posibilita la antropogénesis individual, o sea, el desarrollo de todo lo humano, la personalización representa la capacidad reflexiva, la soledad, la superación de todas las ansiedades, el logro de los proyectos vitales, el aislamiento en medio de los demás; la socialización es el contacto y la trascendencia desde la soledad y el aislamiento, para comunicarse con los demás, enriquecerles, pedirles ayuda, dialogar existencialmente con ellos. K. JASPERS ha profundizado, de forma extraordinaria, en esta diada y bipolaridad humana, para concluir que sin la realización de tino de esos dos extremos el hombre no llegaría a ser hombre, al nacer, el ser humano está dotado radicalmente de cuanto es menester para personalizarse y socializarse; pero ambos aspectos se consiguen con mayor plenitud, más acertada y fácilmente, si los adultos -representados por los maestros- están al lado del educando, que correría riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le ofrece a través de la educación.
De aquí, una vez más, mi convencimiento de que la educación es un proceso de antropogénesis y de que la Teoría de la educación y la Filosofía de la educación necesitan de la Antropología para estructurar sus saberes.
Toda la aparatosidad de medios técnicos de que dispone la escuela hoy son instrumentos, nada más, en el proceso educativo, porque tanto la personalización como la socialización son sólo posibles en el hombre y por el hombre, no en la técnica y por la técnica, todo lo demás es secundario en educación, son cuestiones subordinadas a estos mecanismos psicológicos esenciales en el devenir humano.
Podemos decir que cuanto en educación no coopere a la mejor antropogénesis del hombre es aparatosidad y oropel, a lo sumo artefactos; que es verdaderamente importante en ella cuanto realice mejor y más al hombre.
El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad natural.
SÓCRATES fue el primer educador que dio el grito de alerta sobre la ineficacia de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo interior, en el que porta excelsitudes, que la ría viable, habría dejado de ser lazo de unión, dio el grito de alerta sobre la ineficacia de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo interior, en el que porta excelsitudes, que la medio de los demás; la socialización es el contacto y la trascendencia desde la soledad y el aislamiento, para comunicarse con los demás, enriquecerles, pedirles ayuda, dialogar existencialmente con ellos. K. JASPERS ha profundizado, de forma extraordinaria, en esta diada y bipolaridad humana, para concluir que sin la realización de tino de esos dos extremos el hombre no llegaría a ser hombre.
Al nacer, el ser humano está dotado radicalmente de cuanto es menester para personalizarse y socializarse; pero ambos aspectos se consiguen con mayor plenitud, más acertada y fácilmente, si los adultos -representados por los maestros- están al lado del educando, que correría riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le ofrece a través de la educación.
Ría viable, habría dejado de ser lazo de unión, medio de los demás; la socialización es el contacto y la trascendencia desde la soledad y el aislamiento, para comunicarse con los demás enriquecerles, pedirles ayuda, dialogar existencialmente con ellos. K. JASPERS ha profundizado, de forma extraordinaria, en esta diada y bipolaridad humana, para concluir que sin la realización de tino de esos dos extremos el hombre no llegaría a ser hombre. Al nacer, el ser humano está dotado radicalmente de cuanto es menester para personalizarse y socializarse; pero ambos aspectos se consiguen con mayor plenitud, acertada y fácilmente, si los adultos -representados por los maestros- están al lado del educando, que correría riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le ofrece a través de la educación.
El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad natural.
La comunicación de la verdad presupone una teoría metafísica del conocimiento, de acuerdo con la cual se explica la comunicación del saber, ora sea a través del entendimiento, agente, ora a través del espíritu común al educador y el educando, ora a través de las lúmina virtutum (SAN AGUSTÍN) o primeros principios de los que participan todos los hombres sin necesidad de patrocinar un innatismo, ora a través del ser constitutivo de la verdad (STO. TOMÁS), ora a través del diálogo que relaciona a las personas   (K. JASPERS).
El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad natural. SÓCRATES fue el primer educador que dio el grito de alerta sobre la ineficacia de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo interior, en el que porta excelsitudes, que la ría viable, habría dejado de ser lazo de unión.
 La ciencia y la filosofía posterior han revelado; quien fue el primero en proclamar una educación mediante «el conócete a ti mismo», que no es sino una forma de interiorización; SAN AGUSTÍN, amparado por el pensamiento cristiano de la inhabitarían del Espíritu en el hombre, fue reiterante en la idea de la interiorización, con aquella célebre frase: «Vuélvete a ti mismo, no quieras ir fuera, porque en el interior del hombre habita la verdad», con la que convocaba al hombre hacia sí mismo en lugar de distraerse en las cosas exteriores que le fascinan con su brillo y le hacen olvidarse de la más grande realidad: su ser-sí-mismo, las corrientes místicas medievales y las más brillantes del siglo de oro de la lengua castellana pregonaron la misma idea; la filosofía moderna, con Descartes a la cabeza, constituye al hombre y su interior en fuente de conocimiento y verdad; y, en nuestro siglo, MAX SCHELER y el agustinismo floreciente inciden en el mismo slogan: «In te ipsum reddi (Vuélvete hacia ti mismo).
El proceso educativo es una endoculturación, que corresponde a su faceta socializadora.
La endoculturación supone que el proceso educativo es una transacción entre el hombre y el medio, un dar y un tomar, es la suma de presiones socioculturales sobre el individuo, principalmente en la institución escolar, es el proceso de aprendizaje acerca de la cultura en la cual el niño ha nacido, vive y muere.
El proceso educativo es una trasmisión de hechos establecidos y valores sancionados ya por la generación adulta, además de estimular la creación y progreso de nuevos valores, la endoculturación se diferencia de la socialización en que la primera introduce al ser en desarrollo en la cultura adulta, y la segunda en la sociedad adulta.
La endoculturación la califican los antropólogos de (pasaje a la humanidad).
El proceso educativo es endoculturación, porque prepara a los individuos para que por ellos la sociedad se cambie y se proyecte hacia el futuro.
El proceso educativo es formación y perfeccionamiento, volvemos de nuevo a insertarnos en el pensamiento de K. JASPERS, para quien la educación es perfeccionamiento, quehacer técnico y comunicación; pues bien, nos detenemos ahora a pensar en la primera de esas tres modalidades.
El perfeccionamiento es, para el filósofo existencialista, la cara sociológica del proceso educativo, el educando vive en medio de una comunidad sustancial y de una sociedad técnica para servir a las cuales se prepara el individuo mediante el cultivo del espíritu histórico de la comunidad, mediante la adquisición de conocimientos y mediante la práctica necesaria para adquirir destrezas y habilidades profesionales, esto es perfeccionarse  y este los criterios a que deben ajustarse determinados procesos.
El criterio básico es el de rendimiento, o mejor aún, el de tarea-rendimiento, que nos depara un medio utilitarista, externo y evaluable de entender la educación, PETERSON nos habla en singular del proceso educativo, consecuente con sus principios, sino de procesos educacionales; y si se le urgiese a que indicase cuál es el verdadero proceso de la educación respondería que la iniciación, en el sentido de que una persona que aprende es iniciada por otra en algo que deberá apropiarse es decir que.
 La educación es un proceso exclusivamente humano, intencional, intercomunicativo, y espiritual, en virtud del cual se realizan con mayor plenitud la instrucción, la personalización, la socialización y la moralización del hombre.
Instrucción, enseñanza y aprendizaje
 La instrucción, sólo una parte del proceso educativo la base de una Antropología integral de nuestra concepción del proceso educativo sugiere muy claramente la visión global y totalizadora, que nada tiene que ver con los parcialismos de intelectualistas y vitalistas; la instrucción es parte del proceso educativo, pero no todo el proceso.
Desde finales del siglo pasado ha habido teóricos, que han esgrimido sus armas contra la reducción de la educación a enseñanza: los militantes en alguna de las escuelas de educación nueva  no han aceptado nunca estos reduccionismos y se han inclinado, no obstante, hacia la educación y no hacia la instrucción, pero sin despreciarla. F. GINER DE LOS Ríos prestó atención al problema educación-instrucción, vociferando duramente contra todo instruccionismo imperante al filo del s. XX, que ha sido la forma más cómoda y socorrida realmente existente en la mayoría de las instituciones escolares.
Es más oportuna su apreciación que la de cualquier otro extranjero, porque nos revela defectos seculares de nuestro sistema educativo:

El perfeccionamiento diferencia al hombre del animal, impulsado éste por sustancias biológicas hereditarias, en lugar de ser movido por la transformación histórica heredada.
El proceso educativo, en cuanto perfeccionamiento, es para JASPERS la adquisición de la “segunda naturaleza”, siempre en consonancia con los tipos socioculturales en los que se desenvuelve; esta razón justifica que haya habido escuelas aristócratas, privadas, públicas, democráticas, caballerescas.
En perspectiva el perfeccionamiento recibe en JASPERS una clara orientación sociológica, de forma que no es perfecto el caballero medieval para los siglos renacentistas, ni el aventurero renacentista para la época industrializada, ni el cabal inglés para la nación griega, y así sucesivamente.
La perfección es siempre buena para una coyuntura histórica, geográfica y cultural; pero puede resultar menos adecuada para una comunidad con una tradición histórica propia, que no encaja en un tipo concreto de perfección. El sentido sociológico de la palabra perfeccionamiento hace válida esta interpretación, porque se renuncia a considerar el proceso educativo como una perfección absoluta con significado universal y omnitemporal.
Pero es igualmente verdad que no es éste el único enfoque posible de este vocablo, como veremos a continuación.
El proceso educativo es adquisición de hábitos, vieja forma de entenderle, que, a pesar de las rectificaciones continuas, es aceptado comúnmente como parte fundamental del proceso educativo, aunque no sea su elemento esencial.
Esta ha sido la actitud de ARISTÓTELES, cuando fijaba la meta educativa en la consecución de la virtud y ésta era un hábito ético; de STO. TOMÁS, repetidor de la doctrina aristotélica y creador de puntos de vista inéditos, ofrecidos por la Teología católica; de J. LOCKE y de cuantos han sido defensores de la disciplina formal, que hermanaba la teoría defensora de la educación como formación de hábitos y la transferencia del aprendizaje-hábito a otras facultades o esferas aparentemente distanciadas de aquellas que habían sido perfeccionadas; de J. DEWEY, aunque siempre dentro del marco referencial de su teoría experimentalista e instrumentalista; del perennialismo contemporáneo, que defiende la adquisición de hábitos por el ejercicio reiterado...
Finalmente, la teoría del análisis filosófico afirma, por boca de R. S. PETERSON, profesor del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, que “el concepto de educación no se refiere a ningún proceso particular, más bien contiene referencias sigue nuestra enseñanza -escribe- el impulso de las ideas reinantes”.
Según éstas, se halla concebida, organizada y desempeñada como una mera función intelectual, o sea, que atiende a la inteligencia del alumno tan sólo, no a la integridad de su naturaleza, ni a despertar las energías radicales de su ser, ni a dirigir la formación de los sentimientos..., de su moralidad y de su carácter...; pero al salir de allí (escuela), acaba para él (niño) toda educación en las aulas..., donde sólo la instrucción material impera.
Otro coetáneo suyo, español también, abundó en los mismos pensamientos, aunque expresados con palabras diferentes y desde un ángulo visual distinto.
Si a la instrucción no se le hubiera dado tanta importancia en estos últimos años, descuidando la educación moral y religiosa, no viéramos tanto ser desgraciado, que con títulos brillantes perecen de miseria o bien se lanzan a las barricadas para emplear en algo su actividad.
Víctimas de funestas preocupaciones se miran solos en el mundo, y tal vez maldicen en su alma el día que dieron el primer paso en la escuela y en el
En lugar de divagar, transitando buen número de teorías educativas, que han tomado postura, de una y otra manera, ante el dilema educación o instrucción, o ante la conjunción educación-instrucción, escogemos al teórico más representativo del intelectualismo pedagógico, que ha sido HERBART. Las inculpaciones formuladas contra HERBART, incluso por sus seguidores más inmediatos, se basan en que, al parecer, HERBART reducía toda la vida psíquica al plano intelectual, partiendo de su concepción de las representaciones, que tenían sólo alcance cognoscitivo.
Las representaciones son de carácter funcional, y consecuencia de las doctrinas metafísicas del padre de la Pedagogía moderna; el mismo HERBART se opuso a que se interpretara su doctrina en un sentido estrictamente intelectualista.
Sin embargo, los objetantes de HERBART, insisten en el papel central desempeñado por la instrucción en la teoría educativa del filósofo alemán. Los que así arguyen, olvidan el calificativo que HERBART da a la instrucción, que no es sólo informadora, sino educativa; pero resulta difícil absolver a HERBART de las impugnaciones aludidas, ya que se desenvolvió en un medio cultural, heredero de la ilustración, que endiosó a la razón.
 Se salva HERBART del aparente intelectualismo exacerbado, gracias a su doctrina del
interés, que le liberó de haber incurrido en un craso intelectualismo. B. M. BELLARATE, experto conocedor de la teoría herbartiana, puntualiza estas acusaciones contra HERBART:
Para evitar equívocos, repetimos una vez más que, ordinariamente, estas críticas, hechas patrimonio común, se dirigieron contra el maestro sobre la base de obras divulgativas de los discípulos, o, en la mejor de las hipótesis, después de la lectura de los principales escritos pedagógicos del autor, sin tener en cuenta el conjunto de su concepción.
No fue sólo la herencia de la Ilustración lo que realmente, a fuerza de imparciales, indujo a HERBART hacia el intelectualismo pedagógico, sino su admiración por KANT, su contagio con las doctrinas de FICHTE y su propensión y debilidad por las Matemáticas, de las que recibe su afán por las divisiones, la precisión y la justeza, lo que hace que su intelectualismo sea más metodológico que real.
A pesar de su aproximación al talente empírico, negó la posibilidad de que la experiencia engendre ciencia. Por este motivo hay quien tilda a la escuela herbartiana de «libresca» y no experiencial-vital, que fue lo que indujo a J. DEWEY a criticar a HERBART

 Modelos filosóficos de enseñanza
 El en día a día de la enseñanza-aprendizaje, la enseñanza es la parte correspondiente al adulto, que transmite los contenidos culturales, por más que sea un concepto recíproco de aprendizaje.
En la enseñanza el educando es el término de la acción docente, término necesario para la subsistencia de la enseñanza, pero directamente hace referencia a la acción del maestro. Enseñar se deriva etimológicamente de insignare, cuyo significado es señalar en, a tendiendo a su origen, enseñanza es la acción de señalar contenidos para que el aprendiz se fije y pueda activamente asimilar lo que le indican para fijarse.
El docente tiene dos maneras principales de señalar: mostrando empírica e intuitivamente las cosas; y destacando con un signo o señal las cosas que desea sean grabadas en la mente del que aprende.
El que enseña, además de señalar y llamar la atención sobre las cosas, en cierta medida se muestra y «enseña» a sí mismo, convirtiéndose en modelo y patrón.
Es una manera de instruir y enseñar: mostrar modelos adultos al ser en desarrollo para que los imite, revise, critique y juzgue, permitiéndole así quedarse sólo con lo modélico e imitable aquí y ahora.
El Diccionario, que recoge los sentidos más frecuentes en el uso del lenguaje a través de siglos y los propone como regla, dice de la enseñanza: “Sistema o método de proporcionar instrucción; ejemplo o suceso que nos sirve de experiencia o escarmiento la palabra enseñar: Instruir, adoctrinar, amaestrar a uno; indicar, dar señales de una cosa; mostrar, exponer una cosa para que sea apreciada.
De la simple lectura de estas palabras en el Diccionario se deduce que la enseñanza hace relación a los modos de trasmitir conocimientos o Didáctica. I. SCHEFFLER enumera tres modelos filosóficos de la enseñanza, que son los modos básicos de presentar el docente la materia al alumno; estos modelos son: modelo de la impresión; modelo de la comprensión; modelo de la regla.
El modelo de la impresión nos presenta a la mente humana filtrando y almacenando las impresiones de las que es receptiva, el modelo de impresión concibe al alumno como pasivo, receptivo; el alumno no genera ni crea, LOCKE, por ejemplo, con base en este modelo filosófico de la enseñanza, defendía que la enseñanza ha de ejercitar los poderes mentales implicados en los estadios pasivos y receptivos de las ideas: la mente del alumno es como un papel blanco, sin que en él haya nada escrito, atribuyendo a la experiencia todo cuanto va a impresionar esa tabla rasa. El defecto más importante del modelo de impresión es la ausencia de innovación por parte de quien aprende, y la exagerada significación atribuida al docente, quien, por más que sea insustituible, no es él la parte principal de la enseñanza.
El modelo de la comprensión es la antítesis del modelo de impresión, pues mientras en éste el maestro ofrece ideas o conocimientos al alumno, pasivamente receptivo, en el modelo de comprensión contradice este trasiego de ideas.
En el modelo de comprensión, la enseñanza pasa a ser aprendizaje y es el discente quien toma la parte activa, defensores del modelo comprensivo fueron PLATÓN y SAN AGUSTÍN el modelo de la comprensión exalta la creación y la innovación del alumno, porque induce e inventa ante él cuanto la enseñanza quiere hacer brotar en la mente del discente.
Las proposiciones verbales del maestro son instrumentos manejados por el estudiante en la búsqueda de la realidad, la enseñanza es paidocéntrica, activa, creadora y descubridora; todo resulta reinventado por el ser que se abre por primera vez a contenidos culturales y visiones del mundo, viejas ya en la humanidad,

 Este modelo la simplicidad de la noción central de la comprensión y la tendencia meramente cognoscitiva, relegando otras facetas de la enseñanza-aprendizaje.
El modelo de la regla es el que inculpa a la razón de todo el proceso, y la razón actúa siempre de acuerdo con reglas o principios, la racionalidad, en este modelo, es la característica más esencial de la naturaleza humana; y ser racional es mantenerse coherente en pensamiento y acción, eligiendo como norma de conducta reglas generales y generalizables, el modelo de la regla no es sólo de índole cognoscitivo, sino conductual.

Instrucción y aprendizaje
Aprendizaje es un sustantivo derivado del verbo aprender, y éste, a su vez, del vocablo latino aprehenderé, que significa coger, apuñar algo para que no se escape.
Quien aprisiona y coge es el aprendiz, es decir, el educando en nuestra legislación se ha llamado aprendiz a quien se iniciaba en el primer nivel de la formación profesional, el acento recae en el educando, en contraposición con la enseñanza que recaía sobre el docente o educador.
El Diccionario recoge estos sentidos principales del verbo aprender: Adquirir el conocimiento de una cosa por medio del estudio o de la memoria.
El aprendizaje es tarea del alumno y hoy son tan diversos los significados que pueden darse a esta palabra, indudablemente vinculada a la instrucción, como lo son las escuelas y sistemas que explican este pro-ceso psicológico de enriquecimiento y de asimilación e interiorización de estímulos.
Las teorías conductistas y neo conductistas son las más abundantes y las que más llenan los cursos sobre aprendizaje (LEARNING). Justamente el concepto de aprendizaje puede ser el eslabón que une dos partes diferentes en su apariencia de la cadena: instrucción y educación.
En la definición misma por mí propuesta sobre educación, la instrucción se contrapone, como proceso, a la personalización y a la socialización, como si nada tuviera que ver con ellos, el aprendizaje no es instrucción, en cuanto efecto; es mucho más.
En los procesos de personalización y socialización hay aprendizaje; y de ahí su misión-puente, porque aprender de esta manera, no es instruirse, sino educarse.
El aprendizaje es el proceso contrario a maduración; el aprendizaje es un enriquecimiento mediante la introyección e integración de lo circundante en el aprendiz, en el receptor, y consecuentemente no es el aprendizaje una instrucción en quien se instruye, sino mucho más rico y educativo, el aprendizaje es un descubrimiento, un efecto del método heurístico, que se concreta en los clásicos cuestionamientos.

Bibliografías consultadas
BOLZÁN, J. F.: ¿Qué es la educación? E. Guadalupe, Buenos Aires, 1974. BRUNER, J. s.: Hacia una teoría de la instrucción. Uteha, México, 1969.
DEWEY, J.: -Democracia y educación. Losada, Buenos Aires; 1971. Los siete primeros capítulos, en los que expone su concepción de la educación.
FERMOSO, P.: Teoría de la educación. Ediciones Agulló, Madrid, 1976, 
GARCÍA YAGÜE, J.: ¿Qué es educar?, (separata)
IBÁÑEZ MARTÍN, J. A.: Hacia una formación humanística. (Separata)
MILLÁN PUELLES, A.: La formación de la personalidad humana. Rialp, Madrid, 1963. Gran parte del libro está dedicado a exponer el concepto tomista de educación.
PETERS, R. S.: El concepto de educación. Paidós, Buenos Aires, 1969. Sobre todo, el C. I.: ¿En qué consiste el proceso educacional?,
PIAGET, J.: Educación e instrucción. Editorial  Proteo, Buenos Aires, 1968.
 DEARDEN, R.F.: Instrucción y aprendizaje mediante el descubrimiento, (separata)
BINER DE LOS RÍOS, F.: Ensayos sobre educación, La Lectura, Madrid, (revista)

San Salvador 16 septiembre de 2011

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