Desarrollo histórico de los procesos educativos
El proceso educativo ha venido cambiando desde los inicios de las civilizaciones pero es en estos dos últimos siglos, que ha
sufrido cambios significativos( que afectan al proceso educativo) sin los
cuales no sería posible entender los actuales sistemas de conocimiento
aprendizaje y es en estos cambios que
grandes exponentes del pensamiento pedagógico han surgido siendo de sumo
interés para los educadores conocérselos ya que la historia los ha reconocidos como los primeros paidotribos de la humanidad,
siendo en este breve ensayo donde les expongo algunos de sus más elementales aportaciones al desarrollo histórico de los
procesos educativos actuales.
POR MARIO ALEXIS AYALA P.
El proceso educativo es maduración y aprendizaje
simultáneamente, sin que si pensamos que en la definición misma de educación
ha de tener cabida el concepto de personalización, es congruente admitir
también que el proceso educativo está condicionado por estos dos factores: la
maduración y el aprendizaje.
Y
dentro del factor aprendizaje podemos incluir el entrenamiento, el modelaje, la
iniciación y la instrucción, en los procesos
educacionales el entrenamiento se refiere al aprendizaje de las
habilidades, conquistables por la práctica, el ejercicio y el cumplimiento de
tareas; el modelaje está referido a la adquirir
de habilidades y conducta deseadas
a través de la imitación de modelos (profesores , familiares cercanos o
personalidades que sirvan de ejemplo a ser imitados), la instrucción es un
medio muy indicado para llegar a saber que las cosas que son, evaluadas son justas
conquistar el uso significativo
del lenguaje y poseer, en definitiva, un cuerpo de conocimientos.
La
iniciación aprecia la intervención del docente en la instrucción, lo que evita
pérdida de tiempo, gracias a que los adultos transmiten lo por ellos ya es sabido;
en el período operacional de PIAGET el
proceso educativo ha de ir unido a la experiencia directa.
El proceso
educativo, en cuanto desarrollo, es un proceso natural y espontáneo; y, en
cuanto aprendizaje, es artificial e intencional, el proceso educativo es
genético, lo que permite calificar a la educación de antropogénesis, por su
fundamento biológico y psicológico; y adquirido, por tener intervención el
aprendizaje. La naturaleza representa lo estático y genético; la
artificialidad, la cultura, el aprendizaje y la intencionalidad simbolizan la
adaptación y asimilación del medio.
La educación permite al hombre realizarse en doble sentido: personal y
socialmente, el proceso de personalización
es el conjunto de mecanismos psicológicos que se desarrollan en el proceso educativo donde existe un verdadero maridaje
entre maduración y aprendizaje, pues se realiza en un ser que es a la vez
naturaleza y espíritu, instinto e inteligencia, la educación es un desarrollo planeado e intencional, el
desarrollo es un proceso dinámico, que sólo puede efectuarse en un clima de
creatividad y originalidad; es la fuerza incoercible de la vida, que irrumpe
pujante, en busca de cauces aptos para su realización, la antropogénesis,
sinónimo de educación, es eminentemente dinámica, tal y como enseña la
psicología profunda, cuando destaca la motivación inconsciente y subterránea
que la impulsa, la educación es operación y acción, lejos de toda pasividad e
inercia por parte del educando.
Los fundamentos
biológicos de la educación nos inducen a concebirla como un desarrollo, sin que
ingenuamente confundamos crecimiento y educación, que supone intencionalidad.
Con el ánimo de
evitar toda polémica, añadimos al desarrollo el adjetivo intencional; y
podemos, en ese caso, aceptar todo el suministro de bellas ideas presentes en
los libros de los naturalistas en términos menos biológicos y más psicológicos, afirman otros que la
educación es adquisición de hábitos, que son la expresión del desarrollo mismo.
La educación es comunicación, tal y como se ha venido
repitiendo desde que PLATÓN recurriera al eros creador para explicar el proceso de conocimiento que
dignificaba al hombre en la medida que fuese más próximo a la contemplación del
mundo inteligible, ese eros relacionante lo requirió también SAN AGUSTÍN y gracias a su presencia en la filosofía moderna, la comunicación añade
a la simple relación una donación sin menoscabo de lo poseído, en lo que
participan conjuntamente el donante y su
receptor .
Somos muchos los
que creemos que la comunicación es indispensable en el acto educativo.
La comunicación de
la verdad presupone una teoría metafísica del conocimiento, de acuerdo con la
cual se explica la comunicación del saber, ora sea a través del entendimiento,
agente, ora a través del espíritu común al educador y el educando, ora a través
de las lúmina virtutum (SAN AGUSTÍN) o primeros principios de los que participan todos los hombres sin
necesidad de patrocinar un innatismo, ora a través del ser constitutivo de la
verdad (STO. TOMÁS), ora a través del diálogo que relaciona a las personas.
(K. JASPERS). La apertura del hombre mediante su inteligencia y su libertad es la
fuente de la comunicación, al permitirle participar en el continuo trasvase de
la verdad, la comunicación es la base de la dualidad educador-educanda, docente-discente;
sin ella el puente de unión estaría maltrecho y no se conciencia de sí mismo,
el yo -o sí mismo o self- que simboliza toda la rica variedad de dimensiones
individuales, hasta alcanzar la plenitud adulta y la autorrealización como
sujeto.
El proceso de socialización significa el
desenvolvimiento de los aspectos sociales, los de relación con los demás, la
convivencia en la comunidad propia, la asimilación de las pautas de conducta y
los valores compartidos por los miembros del grupo, que constituyen la faceta
psicosocial de la persona, sin la cual el propio proceso de personalización
sería irrealizable. No son dos elementos o estratos que compongan el hombre;
sino dos dimensiones descomponibles conceptualmente, que no en la realidad.
Personalización -socialización son los extremos de un oscilante movimiento,
que posibilita la antropogénesis individual, o sea, el desarrollo de todo lo
humano, la personalización representa la capacidad reflexiva, la soledad, la
superación de todas las ansiedades, el logro de los proyectos vitales, el
aislamiento en medio de los demás; la socialización es el contacto y la
trascendencia desde la soledad y el aislamiento, para comunicarse con los
demás, enriquecerles, pedirles ayuda, dialogar existencialmente con ellos. K.
JASPERS ha profundizado, de forma extraordinaria, en esta diada y bipolaridad
humana, para concluir que sin la realización de tino de esos dos extremos el hombre
no llegaría a ser hombre, al nacer, el ser humano está dotado radicalmente de
cuanto es menester para personalizarse y socializarse; pero ambos aspectos se
consiguen con mayor plenitud, más acertada y fácilmente, si los adultos
-representados por los maestros- están al lado del educando, que correría
riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le ofrece a través de la
educación.
De aquí, una vez
más, mi convencimiento de que la educación es un proceso de antropogénesis y de
que la Teoría de la educación y la Filosofía de la educación necesitan de la
Antropología para estructurar sus saberes.
Toda la
aparatosidad de medios técnicos de que dispone la escuela hoy son instrumentos,
nada más, en el proceso educativo, porque tanto la personalización como la
socialización son sólo posibles en el hombre y por el hombre, no en la técnica
y por la técnica, todo lo demás es secundario en educación, son cuestiones
subordinadas a estos mecanismos psicológicos esenciales en el devenir humano.
Podemos decir que
cuanto en educación no coopere a la mejor antropogénesis del hombre es aparatosidad
y oropel, a lo sumo artefactos; que es verdaderamente importante en ella cuanto
realice mejor y más al hombre.
El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor
realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad
natural.
SÓCRATES fue el primer educador que dio el grito de alerta sobre la ineficacia
de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo interior, en el que
porta excelsitudes, que la ría viable, habría dejado de ser lazo de unión, dio
el grito de alerta sobre la ineficacia de cuanto disipase al hombre y le
distrajera del mundo interior, en el que porta excelsitudes, que la medio de
los demás; la socialización es el contacto y la trascendencia desde la soledad
y el aislamiento, para comunicarse con los demás, enriquecerles, pedirles
ayuda, dialogar existencialmente con ellos. K. JASPERS ha profundizado, de
forma extraordinaria, en esta diada y bipolaridad humana, para concluir que sin
la realización de tino de esos dos extremos el hombre no llegaría a ser hombre.
Al nacer, el ser
humano está dotado radicalmente de cuanto es menester para personalizarse y
socializarse; pero ambos aspectos se consiguen con mayor plenitud, más acertada
y fácilmente, si los adultos -representados por los maestros- están al lado del
educando, que correría riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le
ofrece a través de la educación.
Ría viable, habría
dejado de ser lazo de unión, medio de los demás; la socialización es el
contacto y la trascendencia desde la soledad y el aislamiento, para comunicarse
con los demás enriquecerles, pedirles ayuda, dialogar existencialmente con
ellos. K. JASPERS ha profundizado, de forma extraordinaria, en esta diada y
bipolaridad humana, para concluir que sin la realización de tino de esos dos
extremos el hombre no llegaría a ser hombre. Al nacer, el ser humano está
dotado radicalmente de cuanto es menester para personalizarse y socializarse;
pero ambos aspectos se consiguen con mayor plenitud, acertada y fácilmente, si
los adultos -representados por los maestros- están al lado del educando, que
correría riesgos incalculables, sin el acopio que la tradición le ofrece a
través de la educación.
El proceso educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor
realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad
natural.
La comunicación de
la verdad presupone una teoría metafísica del conocimiento, de acuerdo con la
cual se explica la comunicación del saber, ora sea a través del entendimiento,
agente, ora a través del espíritu común al educador y el educando, ora a través
de las lúmina virtutum (SAN AGUSTÍN)
o primeros principios de los que participan todos los hombres sin necesidad de
patrocinar un innatismo, ora a través del ser constitutivo de la verdad (STO. TOMÁS), ora a través del diálogo
que relaciona a las personas (K.
JASPERS).
El proceso
educativo es interiorización, aspecto que muestra la personalización mejor
realizada en la educación que en el abandono en brazos de la espontaneidad
natural. SÓCRATES fue el primer educador que dio el grito de alerta sobre la
ineficacia de cuanto disipase al hombre y le distrajera del mundo interior, en
el que porta excelsitudes, que la ría viable, habría dejado de ser lazo de
unión.
La ciencia y la filosofía
posterior han revelado; quien fue el primero en proclamar una educación
mediante «el conócete a ti mismo», que no es sino una forma de interiorización;
SAN AGUSTÍN, amparado por el
pensamiento cristiano de la inhabitarían del Espíritu en el hombre, fue
reiterante en la idea de la interiorización, con aquella célebre frase:
«Vuélvete a ti mismo, no quieras ir fuera, porque en el interior del hombre
habita la verdad», con la que convocaba al hombre hacia sí mismo en lugar de
distraerse en las cosas exteriores que le fascinan con su brillo y le hacen
olvidarse de la más grande realidad: su ser-sí-mismo, las corrientes místicas
medievales y las más brillantes del siglo de oro de la lengua castellana
pregonaron la misma idea; la filosofía
moderna, con Descartes a la cabeza, constituye al hombre y su interior en
fuente de conocimiento y verdad; y, en nuestro siglo, MAX SCHELER y el agustinismo floreciente inciden en el mismo
slogan: «In te ipsum reddi (Vuélvete hacia ti mismo).
El proceso
educativo es una endoculturación,
que corresponde a su faceta socializadora.
La endoculturación
supone que el proceso educativo es una transacción entre el hombre y el medio,
un dar y un tomar, es la suma de presiones socioculturales sobre el individuo,
principalmente en la institución escolar, es el proceso de aprendizaje acerca
de la cultura en la cual el niño ha nacido, vive y muere.
El proceso
educativo es una trasmisión de hechos establecidos y valores sancionados ya por
la generación adulta, además de estimular la creación y progreso de nuevos
valores, la endoculturación se diferencia de la socialización en que la primera
introduce al ser en desarrollo en la cultura adulta, y la segunda en la
sociedad adulta.
La endoculturación
la califican los antropólogos de (pasaje a la humanidad).
El proceso
educativo es endoculturación, porque prepara a los individuos para que por
ellos la sociedad se cambie y se proyecte hacia el futuro.
El proceso educativo es formación y perfeccionamiento, volvemos de
nuevo a insertarnos en el pensamiento de K. JASPERS, para quien la educación es
perfeccionamiento, quehacer técnico y comunicación; pues bien, nos detenemos
ahora a pensar en la primera de esas tres modalidades.
El
perfeccionamiento es, para el filósofo existencialista, la cara sociológica del
proceso educativo, el educando vive en medio de una comunidad sustancial y de
una sociedad técnica para servir a las cuales se prepara el individuo mediante
el cultivo del espíritu histórico de la comunidad, mediante la adquisición de
conocimientos y mediante la práctica necesaria para adquirir destrezas y
habilidades profesionales, esto es perfeccionarse y este los criterios a que deben ajustarse
determinados procesos.
El criterio básico
es el de rendimiento, o mejor aún, el de tarea-rendimiento, que nos depara un
medio utilitarista, externo y evaluable de entender la educación, PETERSON nos
habla en singular del proceso educativo, consecuente con sus principios, sino
de procesos educacionales; y si se le urgiese a que indicase cuál es el
verdadero proceso de la educación respondería que la iniciación, en el sentido
de que una persona que aprende es iniciada por otra en algo que deberá
apropiarse es decir que.
La educación es un proceso exclusivamente humano,
intencional, intercomunicativo, y espiritual, en virtud del cual se realizan
con mayor plenitud la instrucción, la personalización, la socialización y la
moralización del hombre.
Instrucción, enseñanza y aprendizaje
La instrucción, sólo una parte del proceso
educativo la base de una Antropología integral de nuestra concepción del
proceso educativo sugiere muy claramente la visión global y totalizadora, que
nada tiene que ver con los parcialismos de intelectualistas y vitalistas; la
instrucción es parte del proceso educativo, pero no todo el proceso.
Desde finales del
siglo pasado ha habido teóricos, que han esgrimido sus armas contra la
reducción de la educación a enseñanza: los militantes en alguna de las escuelas
de educación nueva no han aceptado nunca estos reduccionismos y
se han inclinado, no obstante, hacia la educación y no hacia la instrucción,
pero sin despreciarla. F. GINER DE LOS Ríos prestó atención al problema
educación-instrucción, vociferando duramente contra todo instruccionismo imperante al filo del s. XX, que ha sido la forma
más cómoda y socorrida realmente existente en la mayoría de las instituciones
escolares.
Es más oportuna su
apreciación que la de cualquier otro extranjero, porque nos revela defectos
seculares de nuestro sistema educativo:
El perfeccionamiento diferencia al hombre del animal, impulsado éste por
sustancias biológicas hereditarias, en lugar de ser movido por la
transformación histórica heredada.
El proceso
educativo, en cuanto perfeccionamiento, es para JASPERS la adquisición de la
“segunda naturaleza”, siempre en consonancia con los tipos socioculturales en
los que se desenvuelve; esta razón justifica que haya habido escuelas
aristócratas, privadas, públicas, democráticas, caballerescas.
En perspectiva el
perfeccionamiento recibe en JASPERS una clara orientación sociológica, de forma
que no es perfecto el caballero medieval para los siglos renacentistas, ni el
aventurero renacentista para la época industrializada, ni el cabal inglés para
la nación griega, y así sucesivamente.
La perfección es
siempre buena para una coyuntura histórica, geográfica y cultural; pero puede
resultar menos adecuada para una comunidad con una tradición histórica propia,
que no encaja en un tipo concreto de perfección. El sentido sociológico de la
palabra perfeccionamiento hace
válida esta interpretación, porque se renuncia a considerar el proceso
educativo como una perfección absoluta con significado universal y
omnitemporal.
Pero es igualmente
verdad que no es éste el único enfoque posible de este vocablo, como veremos a
continuación.
El proceso educativo es adquisición de hábitos, vieja forma de
entenderle, que, a pesar de las rectificaciones continuas, es aceptado
comúnmente como parte fundamental del proceso educativo, aunque no sea su
elemento esencial.
Esta ha sido la
actitud de ARISTÓTELES, cuando
fijaba la meta educativa en la consecución de la virtud y ésta era un hábito
ético; de STO. TOMÁS, repetidor de
la doctrina aristotélica y creador de puntos de vista inéditos, ofrecidos por
la Teología católica; de J. LOCKE y
de cuantos han sido defensores de la disciplina
formal, que hermanaba la teoría defensora de la educación como formación
de hábitos y la transferencia del aprendizaje-hábito a otras facultades o
esferas aparentemente distanciadas de aquellas que habían sido perfeccionadas;
de J. DEWEY, aunque siempre dentro
del marco referencial de su teoría experimentalista e instrumentalista; del
perennialismo contemporáneo, que defiende la adquisición de hábitos por el
ejercicio reiterado...
Finalmente, la
teoría del análisis filosófico afirma, por boca de R. S. PETERSON, profesor del Instituto de Educación de la
Universidad de Londres, que “el concepto de educación no se refiere a ningún
proceso particular, más bien contiene referencias sigue nuestra enseñanza
-escribe- el impulso de las ideas reinantes”.
Según éstas, se
halla concebida, organizada y desempeñada como una mera función intelectual, o
sea, que atiende a la inteligencia del alumno tan sólo, no a la integridad de
su naturaleza, ni a despertar las energías radicales de su ser, ni a dirigir la
formación de los sentimientos..., de su moralidad y de su carácter...; pero al
salir de allí (escuela), acaba para él (niño) toda educación en las aulas...,
donde sólo la instrucción material impera.
Otro coetáneo
suyo, español también, abundó en los mismos pensamientos, aunque expresados con
palabras diferentes y desde un ángulo visual distinto.
Si a la
instrucción no se le hubiera dado tanta importancia en estos últimos años,
descuidando la educación moral y religiosa, no viéramos tanto ser desgraciado,
que con títulos brillantes perecen de miseria o bien se lanzan a las barricadas
para emplear en algo su actividad.
Víctimas de
funestas preocupaciones se miran solos en el mundo, y tal vez maldicen en su
alma el día que dieron el primer paso en la escuela y en el
En lugar de
divagar, transitando buen número de teorías educativas, que han tomado postura,
de una y otra manera, ante el dilema educación o instrucción, o ante la
conjunción educación-instrucción, escogemos al teórico más representativo del
intelectualismo pedagógico, que ha sido HERBART. Las inculpaciones formuladas
contra HERBART, incluso por sus seguidores más inmediatos, se basan en que, al
parecer, HERBART reducía toda la vida psíquica al plano intelectual, partiendo
de su concepción de las representaciones, que tenían sólo alcance cognoscitivo.
Las representaciones son de carácter
funcional, y consecuencia de las doctrinas metafísicas del padre de la Pedagogía
moderna; el mismo HERBART se opuso a que se interpretara su doctrina en un
sentido estrictamente intelectualista.
Sin embargo, los
objetantes de HERBART, insisten en el papel central desempeñado por la
instrucción en la teoría educativa del filósofo alemán. Los que así arguyen,
olvidan el calificativo que HERBART da a la instrucción, que no es sólo
informadora, sino educativa; pero resulta difícil absolver a HERBART de las
impugnaciones aludidas, ya que se desenvolvió en un medio cultural, heredero de
la ilustración, que endiosó a la razón.
Se salva HERBART del aparente intelectualismo
exacerbado, gracias a su doctrina del
interés, que le
liberó de haber incurrido en un craso intelectualismo. B. M. BELLARATE, experto
conocedor de la teoría herbartiana, puntualiza estas acusaciones contra
HERBART:
Para evitar
equívocos, repetimos una vez más que, ordinariamente, estas críticas, hechas
patrimonio común, se dirigieron contra el maestro sobre la base de obras
divulgativas de los discípulos, o, en la mejor de las hipótesis, después de la
lectura de los principales escritos pedagógicos del autor, sin tener en cuenta
el conjunto de su concepción.
No fue sólo la
herencia de la Ilustración lo que realmente, a fuerza de imparciales, indujo a
HERBART hacia el intelectualismo pedagógico, sino su admiración por KANT, su contagio con las doctrinas de
FICHTE y su propensión y debilidad por las Matemáticas, de las que recibe su
afán por las divisiones, la precisión y la justeza, lo que hace que su
intelectualismo sea más metodológico que real.
A pesar de su
aproximación al talente empírico, negó la posibilidad de que la experiencia
engendre ciencia. Por este motivo hay quien tilda a la escuela herbartiana de
«libresca» y no experiencial-vital, que fue lo que indujo a J. DEWEY a criticar
a HERBART
Modelos filosóficos de enseñanza
El en día a día de la enseñanza-aprendizaje,
la enseñanza es la parte correspondiente al adulto, que transmite los
contenidos culturales, por más que sea un concepto recíproco de aprendizaje.
En la enseñanza el
educando es el término de la acción docente, término necesario para la
subsistencia de la enseñanza, pero directamente hace referencia a la acción del
maestro. Enseñar se deriva
etimológicamente de insignare, cuyo
significado es señalar en, a tendiendo a su origen, enseñanza es la acción de
señalar contenidos para que el aprendiz se fije y pueda activamente asimilar lo
que le indican para fijarse.
El docente tiene
dos maneras principales de señalar: mostrando empírica e intuitivamente las
cosas; y destacando con un signo o señal las cosas que desea sean grabadas en
la mente del que aprende.
El que enseña,
además de señalar y llamar la atención sobre las cosas, en cierta medida se
muestra y «enseña» a sí mismo, convirtiéndose en modelo y patrón.
Es una manera de
instruir y enseñar: mostrar modelos adultos al ser en desarrollo para que los
imite, revise, critique y juzgue, permitiéndole así quedarse sólo con lo
modélico e imitable aquí y ahora.
El Diccionario,
que recoge los sentidos más frecuentes en el uso del lenguaje a través de
siglos y los propone como regla, dice de la enseñanza: “Sistema o método de
proporcionar instrucción; ejemplo o suceso que nos sirve de experiencia o
escarmiento la palabra enseñar: Instruir,
adoctrinar, amaestrar a uno; indicar, dar señales de una cosa; mostrar, exponer
una cosa para que sea apreciada.
De la simple
lectura de estas palabras en el Diccionario se deduce que la enseñanza hace
relación a los modos de trasmitir conocimientos o Didáctica. I. SCHEFFLER
enumera tres modelos filosóficos de la enseñanza, que son los modos básicos de
presentar el docente la materia al alumno; estos modelos son: modelo de la
impresión; modelo de la comprensión; modelo de la regla.
El modelo de la impresión nos presenta a
la mente humana filtrando y almacenando las impresiones de las que es receptiva,
el modelo de impresión concibe al alumno como pasivo, receptivo; el alumno no
genera ni crea, LOCKE, por ejemplo,
con base en este modelo filosófico de la enseñanza, defendía que la enseñanza
ha de ejercitar los poderes mentales implicados en los estadios pasivos y
receptivos de las ideas: la mente del alumno es como un papel blanco, sin que
en él haya nada escrito, atribuyendo a la experiencia todo cuanto va a
impresionar esa tabla rasa. El defecto más importante del modelo de impresión
es la ausencia de innovación por
parte de quien aprende, y la exagerada significación atribuida al docente,
quien, por más que sea insustituible, no es él la parte principal de la
enseñanza.
El modelo de la comprensión es la
antítesis del modelo de impresión, pues mientras en éste el maestro ofrece
ideas o conocimientos al alumno, pasivamente receptivo, en el modelo de comprensión
contradice este trasiego de ideas.
En el modelo de
comprensión, la enseñanza pasa a ser aprendizaje y es el discente quien toma la
parte activa, defensores del modelo comprensivo fueron PLATÓN y SAN AGUSTÍN el modelo de la comprensión exalta la creación
y la innovación del alumno, porque induce e inventa ante él cuanto la enseñanza
quiere hacer brotar en la mente del discente.
Las proposiciones
verbales del maestro son instrumentos manejados por el estudiante en la
búsqueda de la realidad, la enseñanza es paidocéntrica, activa, creadora y
descubridora; todo resulta reinventado por el ser que se abre por primera vez a
contenidos culturales y visiones del mundo, viejas ya en la humanidad,
Este modelo la simplicidad de la noción
central de la comprensión y la tendencia meramente cognoscitiva, relegando
otras facetas de la enseñanza-aprendizaje.
El modelo de la regla es el que inculpa
a la razón de todo el proceso, y la razón actúa siempre de acuerdo con reglas o
principios, la racionalidad, en este modelo, es la característica más esencial
de la naturaleza humana; y ser racional es mantenerse coherente en pensamiento
y acción, eligiendo como norma de conducta reglas generales y generalizables, el
modelo de la regla no es sólo de índole cognoscitivo, sino conductual.
Instrucción y
aprendizaje
Aprendizaje es un
sustantivo derivado del verbo aprender, y éste, a su vez, del vocablo latino
aprehenderé, que significa coger, apuñar algo para que no se escape.
Quien aprisiona y
coge es el aprendiz, es decir, el educando en nuestra legislación se ha llamado
aprendiz a quien se iniciaba en el
primer nivel de la formación profesional, el acento recae en el educando, en
contraposición con la enseñanza que recaía sobre el docente o educador.
El Diccionario
recoge estos sentidos principales del verbo aprender: Adquirir el conocimiento
de una cosa por medio del estudio o de la memoria.
El aprendizaje es
tarea del alumno y hoy son tan diversos los significados que pueden darse a
esta palabra, indudablemente vinculada a la instrucción, como lo son las
escuelas y sistemas que explican este pro-ceso psicológico de enriquecimiento y
de asimilación e interiorización de estímulos.
Las teorías
conductistas y neo conductistas son las más abundantes y las que más llenan los
cursos sobre aprendizaje (LEARNING). Justamente el
concepto de aprendizaje puede ser el
eslabón que une dos partes diferentes en su apariencia de la cadena:
instrucción y educación.
En la definición
misma por mí propuesta sobre educación, la instrucción se contrapone, como
proceso, a la personalización y a la socialización, como si nada tuviera que
ver con ellos, el aprendizaje no es instrucción, en cuanto efecto; es mucho
más.
En los procesos de
personalización y socialización hay aprendizaje; y de ahí su misión-puente,
porque aprender de esta manera, no es instruirse, sino educarse.
El aprendizaje es
el proceso contrario a maduración; el aprendizaje es un enriquecimiento
mediante la introyección e integración de lo circundante en el aprendiz, en el
receptor, y consecuentemente no es el aprendizaje una instrucción en quien se
instruye, sino mucho más rico y educativo, el aprendizaje es un descubrimiento, un efecto del método
heurístico, que se concreta en los clásicos cuestionamientos.
Bibliografías
consultadas
BOLZÁN, J. F.: ¿Qué es la educación? E. Guadalupe,
Buenos Aires, 1974. BRUNER, J. s.:
Hacia una teoría de la instrucción. Uteha, México, 1969.
DEWEY, J.: -Democracia y educación. Losada,
Buenos Aires; 1971. Los siete primeros capítulos, en los que expone su
concepción de la educación.
FERMOSO, P.: Teoría de la educación. Ediciones Agulló,
Madrid, 1976,
GARCÍA YAGÜE, J.:
¿Qué es educar?, (separata)
IBÁÑEZ MARTÍN, J.
A.: Hacia una formación humanística.
(Separata)
MILLÁN PUELLES,
A.: La formación de la personalidad
humana. Rialp, Madrid, 1963. Gran
parte del libro está dedicado a exponer el concepto tomista de educación.
PETERS, R. S.: El concepto de educación. Paidós,
Buenos Aires, 1969. Sobre todo,
el C. I.: ¿En qué consiste el proceso educacional?,
PIAGET, J.: Educación e instrucción. Editorial Proteo, Buenos Aires, 1968.
DEARDEN, R.F.: Instrucción y aprendizaje
mediante el descubrimiento, (separata)
BINER DE LOS RÍOS,
F.: Ensayos sobre educación, La Lectura, Madrid, (revista)
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