lunes, 7 de mayo de 2012

Identidad




IDENTIDAD v/s EDUCACIÓN.

Por: Lic. Mario Alexis Ayala.




La modernidad ha traído muchos cambios en muy poco tiempo, a nuestra forma de vida lo que está provocando una crisis de identidad y aparente falta de valores humanos, entre los que me preocupan (como docente) la falda de identidad y sentido de sentido de pertenencia de nuestros jóvenes.
Y es debido a que la falta o pérdida de estos 2 valores desencadenan, la perdida sistemática de todos los valores humanos para una sana convivencia y su desarrollo pleno es por esta razón que dedicare 2 0 3 artículos a tratar este que me parece ser un tema que debemos abordar como formadores.  



Estamos en los inicios de un nuevo milenio,  caracterizado   por procurar la participación de las grandes y pequeñas naciones en un proyecto conjunto de relaciones sociales, culturales y económicas al que se le ha llamado globalización o alfabetización  del mundo.
Estos términos globalización o alienación  del mundo se utilizan para referirse a la creciente interdependencia mundial de la gente y las naciones.

Desde hace unos años, o bien desde la década de los 80, este proceso ha cobrado muchísimo ímpetu, sobre todo debido a los grandes avances en el campo tecnológico lo que ha desencadenado, una revolución en el mundo de las comunicaciones y relaciones sociales.

La globalización de la economía, de las comunicaciones y las tecnologías no es un tema exclusivo de ellas, sino que también penetra hacia lo social y cultural en sentido general, ejerciendo una significativa influencia en la cultura de los pueblos, transformando así las relaciones más cotidianas de los seres humanos de forma radical.
Esta creciente integración internacional ha producido toda una serie de consecuencias de carácter, económico, político, cultural y medioambiental.

Lamentablemente, algunas de ellas pueden ser y son negativas. La vida de la gente en todo el mundo está vinculada de manera más profunda, más intensa y más inmediata que nunca antes.
Esto abre muchas oportunidades, da nuevas posibilidades de bien y de mal, como sucede en el caso de gran cantidad de logros humanos, la globalización tiene un lado positivo y uno negativo, ésta ha enriquecido el mundo en sentido científico y cultural, y también ha beneficiado económicamente a muchas personas.

Pese a los resultados positivos en el orden científico y cultural, muchas personas aún temen que los efectos perjudiciales de la globalización superen los beneficiosos, pues las fuerzas de mercado se interesan mucho más por las ganancias económicas que en la protección del planeta tierra.

La considerable cantidad de emigrantes y las repercusiones económicas y socio - culturales de este hecho, hacen del mismo un fenómeno trascendente dentro de nuestra contemporaneidad.

Hoy podemos observar como la comunicación y el intercambio entre culturas se ha incrementado en forma rápida, vulnerándose la identidad de los pueblos ante estos fenómenos  

 ¿Qué significa identidad?
Es el grupo de características esenciales y circunstancias que hacen que alguien o algo sean reconocidos, sin posibilidad de confusión con otro.
En tal sentido la identidad de una nación es el conjunto de caracteres y circunstancias que hacen que ella sea reconocida sin posibilidad de confundirla con otra nación.

Esto implica, que la identidad Nacional habría que buscarla entre los elementos básicos que definen a cada nación, es decir: territorio, lengua, religión, raza, historia, conciencia colectiva, política etc.

Y dentro de estos habría que buscar aquellos indicadores que hacen posible que sea reconocida y no confundida una con otras, por semejantes o parecidos que sean.

Y es, pues, que la gran circulación migratoria en el mundo, así como el acelerado desarrollo de la comunicación que ha hecho realidad la concepción del planeta como una "aldea global" y de interconexión, impone la necesidad de manejar el concepto y proceso de identidad bajo nuevas ópticas y bajo una concepción diferente a la tradicional, en sintonía con la realidad de hoy.

Una identidad nacional no puede definirse ya por la pertenencia exclusiva a una comunidad nacional.

El objeto de estudio no debe ser entonces sólo la diferencia, sino también la identidad. Cuando menos, la noción clásica de identidad debe ser repensada.

Si como se ha dicho la cultura es el conjunto de características esenciales que además de las artes, la ciencia y las tecnologías es el modo de vida prevaleciente en una sociedad.

Esta consiste en múltiples formas en que un pueblo establece un sistema de supervivencia y de convivencia social en virtud de dos tipos de conductas en estrecha y constante relación dinámica: la adaptación al medio en que vive y la transformación de ese medio para ponerlo al servicio de los deseos y necesidades humanas.

La cultura es la máxima expresión de la identidad, y nuestras culturas locales se encuentran cada vez más mediadas por los procesos migratorios y por el formidable avance de la tecnología de la comunicación, entonces es de lugar que la identidad sea cada vez más transterritorial e híbrida.

Esta transterritorialidad e hibridez no supone en nuestra consideración, la anulación de la especificidad que surge de la forma en que se combinan los diferentes elementos de la diversidad cultural, producto de procesos socio-económicos, socio-históricos y culturales que han hecho posible la conformación de cada nación y que permiten hablar con plena validez de identidad cultural y nacional propias.

Entender la globalización, o bien la aldeanización del planeta tierra sólo en sus aspectos negativos, sería oponerse a la modernización, pues el desarrollo de un país no necesariamente debe enfrentar lo tradicional y lo moderno como un hecho inaplazable.

Se puede transitar una política de desarrollo social, articulando las formas tradicionales de la cultura a nuevas categorías que impliquen bienestar social, imprescindibles para cualquier avance orientado hacia la lucha contra la pobreza y la exclusión cultural.

Debemos estar bien claros que en todo este proceso de cambios culturales a que se ve abocada la humanidad, se presentaron diversas formas o manifestaciones de transculturización y resistencia, igual que en otros momentos de la historia vivida por la humanidad.

Esa resistencia cultural no es otra cosa que una manifestación nacional y surge como respuesta al peligro de extinción de los que se consideran valores propios.

La identidad de valores o expresiones culturales y populares de una nación estriban en la diferencia de concepción que se tenga frente al fenómeno cultural general y en la diversidad de los enfrentamientos de los actores con su propio medio.

En las expresiones populares y folclóricas descansan gran parte de la personalidad de un pueblo, y es que en todo proceso cultural la tradición representa la raíz de la actividad cultural del pueblo, siendo la tradición en donde se asientan los valores que caracterizan la cultura de un pueblo, de ahí la resistencia y respuestas autóctonas y nacionalistas.

Entonces parece obligado y necesario definir políticas culturales frente a este nuevo desafío derivado de la globalización, definir las líneas maestras de una política cultural que abarque una visión amplia de la cultura.

Y es a través de la participación (ciudadana) que la cultura, como manifestación del hecho humano en todas sus vertientes, determina un patrimonio, como una cantidad de bienes con una afectación especial y/o suis generis y que se denomina patrimonio cultural de una nación.

Este comprende " todos los bienes, valores y símbolos culturales tangibles e intangibles que son la expresión de cada nación, tales como: las tradiciones, las costumbres, los hábitos, así como el conjunto de bienes, incluidos aquellos sumergidos en el agua, materiales e inmateriales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, tecnológico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museográfico, antropológico, los productos y representaciones de la cultura popular "

La identidad cultural se manifiesta a través de la identidad patrimonial, ya que lo cultural se expresa en función de su patrimonio.

Y es que cuando el patrimonio llega a formar parte de la conciencia común a todos los miembro del cuerpo social de la nación, empieza a reconocerse su alma, que es lo que llamamos patria.

De ahí que la identidad cultural nacional es el sentimiento de pertenencia a una colectividad unida por una historia y las tradiciones del pueblo, y por un proyecto de desarrollo compartido en un marco de igualdad en cuanto a la dignidad humana y respeto a la diferencia.

El fomento de la identidad cultural se concibe como una estrategia global destinada a preservar y proteger el patrimonio cultural de la Nación, como defensa cultural de una nación frente a la expansión de otras, para protegerse de los embates foráneos y mantener vivos los auténticos modos de comportamientos de los pueblos.

Como para la mayoría de las personas la patria es un ente abstracto y distante, se hace muy difícil enseñarle a conocer y querer tal cosa.

Pero como el patrimonio se haya más cerca de nosotros y nos encontramos en intima relación con este, la enseñanza del patriotismo integral se hace más fácil y efectiva porque en cada elemento del patrimonio está presente la gente.

El patriotismo como semilla debe sembrarse y cultivarse por doquier, en el hogar, en la escuela, en las instituciones sociales, para que pueda germinar, florecer y darnos espléndidos frutos.
En algunos países, el extranjerismo delicioso, o sea, la afición por lo extranjero, por el solo hecho de serlo, es uno de los grandes daños que produce la ausencia del patriotismo.

Hay quienes alegan que el poco o escaso patriotismo que prevalece en nuestros pueblos se debe a su poco desarrollo.
Esto no es cierto en modo alguno, ya que las historias nuestras en el pasado fueron más patriotas que en el presente, así lo ponen de manifiesto las epopeyas de la Independencia.

La patria se halla por encima de las diferencias de raza, sexo, credos religiosos o políticos.

Florece en todas las culturas, en todas la épocas y en todas las Naciones, no es privativo de ningún pueblo y es a través de la misma que se conforma la Conciencia Nacional, producto de una larga evolución histórica.

¿Pero que es la conciencia nacional? ...
Es el conjunto de representaciones y referencias a partir de las cuales una sociedad o cultura alcanza a percibirse, a pensarse, a sentirse e incluso a soñarse.

De este modo un pueblo es capaz de constituir una imagen de sí mismo, sea esta favorable o no a través del conocimiento del patrimonio, de los bienes y valores tangibles o intangibles de la nación, entendiendo que el patrimonio tangible comprende: el monumental, el artístico, documental y humano.

Dentro del patrimonio monumental figuran los datos relativos al patrimonio arquitectónico, plazas, lugares arqueológicos, monumentos conmemorativos etc.

El patrimonio artístico comprende los datos que se refieren a artes visuales (pintura, escultura, fotografía, película y videos) y artesanías.
Como patrimonio documental se exponen los datos concernientes a museos, bibliotecas, archivos de documentos importantes, fotografías históricas, videos y películas, partituras musicales, colecciones filatélicas y numismáticas.
En ese sentido, el patrimonio intangible, ese que no se puede tocar, se expresa en la música, en cantos tradicionales, cantos religiosos cantos de trabajo, himno y tonadas infantiles.

Y en la literatura oral en la que nuestros campesinos iletrados transmiten de una generación a otra mediante las décimas, cuentos, oraciones, adivinanzas, refranes, creencias, mitos, ensalmos, e historietas algunos mensajes de su realidad, así como otras manifestaciones culturales.
Estas expresiones son los indicadores de nuestros valores y bienes que se manifiestan generalmente en nuestras comunidades. Quien no conoce los bienes y valores de que dispone la comunidad a la que pertenece, no puede amar a su colectividad, ni mucho menos defenderla.

La crisis de la identidad cultural y el patriotismo poseen indicadores muy concretos, veamos algunos:
1.    La indiferencia ante lo que perjudica el patrimonio nacional, al igual que la destrucción de la propiedad pública y el descuido con que se administran los bienes públicos.
2.    El poco amor o menoscabo por los héroes y próceres. Por las reliquias históricas, por las estatuas, bustos y monumentos. Por la propia historia y por las leyendas y tradiciones.
La indiferencia con que se ve la destrucción de la naturaleza y la extinción de sus especies.
3.    El menosprecio por las instituciones civiles y el desdén por las actividades propias de la vida social nacional.
4.    El desamor que muchos sienten por sus  artes (música, pintura, escultura, literatura, teatro y danza). La creciente afición a las creaciones culturales extranjeras, en detrimento o postergamiento de las nuestras, por moda o por capricho. Igualmente, el poco reconocimiento que muchos otorgan a sus artistas y hombres de ciencias.
5.    El irrespeto a las instituciones que conforman el Estado nacional y sus poderes, donde la carencia de valores patrios han hecho de estos, entre otras cosas, fuente de enriquecimiento ilícito.

Las deficiencias del patriotismo nos hacen cometer muchos errores que afectan la seguridad nacional, así como las identidades nacionales y la propia identidad territorial.

En un mundo en vía de globalización, a las naciones pequeñas lo que las hará sobrevivir es su patriotismo.
Es decir, su amor a lo propio,  al patrimonio cultural nacional, tangible e intangible.
Por todo lo antes expuesto, se puede colegir que urge darle al patriotismo la importancia que se merece, ya que gracias a su ayuda se podrán corregir, en parte, algunos de los males crónicos que afectan a los pueblos.
Pero sí es importante enfatizar  que ninguna cultura es única, todas las culturas están influidas por otras y a su vez ejercen influencias sobre ellas mismas.
En suma, se impone una reflexión crítica acerca de este momento, el desafío que presenta el nuevo siglo es  responsabilidad de sus actores. (Nosotros los formadores de las presentes y futuras generaciones)
Es un desafió quebrar los obstáculos que impiden la plenitud y desarrollo integral del ser humano, conservando lo genuino nacional, (la identidad) defendiendo el respeto a la pluralidad o diversidad cultural del mundo de hoy, para hacer de todos verdaderos ciudadanos con vocación hacia la modernidad donde la educación es esencial en este nuevo escenario geo político. "aldea global"

San Salvador 07 de Mayo 2012






  

No hay comentarios:

Publicar un comentario