Por.
Salarrué
Las acostumbradas
celebraciones del 15 de Septiembre ya son una lastimosa realidad, digo esto
porque siempre es lo mismo que las bandas de paz , las cachiporras,
el himnos y la oración a la bandera gritadas a todo pulmón la unión de los países
centroamericanos, la independencia y
nada de entender el que es amar verdaderamente a la patria, en un mas puro sentimiento de pertenencia Sal arrué nos dejo
un escrito que es un legado de amor para todos los/a salvadoreños, sobre el
verdadero significado de amor a la patria “ nuestro terruño” en el escrito que lleva
por nombre Mi respuesta a los patriotas , por lo que se los quiero compartir.
Por: Lic. Mario Alexis Ayala P.
10/09/ 2012
21 de enero de 1932
Mis amigos me han dicho «Tú que eres sereno, tú que ves las cosas con los ojos adormilados, tú que estás siempre en la tierra del ensueño, en ese mundo irreal a donde los golpes de la marea de aquí abajo no llegan, por lo mismo, por eso, tú debes dar tu opinión en estos momentos en que la patria se encuentra en la indecisión.
Mis amigos me han dicho «Tú que eres sereno, tú que ves las cosas con los ojos adormilados, tú que estás siempre en la tierra del ensueño, en ese mundo irreal a donde los golpes de la marea de aquí abajo no llegan, por lo mismo, por eso, tú debes dar tu opinión en estos momentos en que la patria se encuentra en la indecisión.
Apunta tu
microscopio y dinos que ves y como lo ves, de algo ha de servirnos, hazlo por
patriotismo, dígnate pisar con tus plantas la tierra firme, siquiera por una
vez... ».
Y se han echado a
reír. Conozco en su manera, que lo han dicho en parte como burla amistosa, con
el cariño que infunden los locos pacíficos, en parte en serio y es por ello que
yo me he quedado perplejo y me he sentido luego como incomprendido, tenido como
un ser vago e inútil, de un mundo problemático. Y me he indignado en mi
dignidad de hombre y he alzado mi grito de protesta como la voz en el desierto
escribiendo esta respuesta a los patriotas sin nombre...
Yo no tengo patria, yo no sé que es patria: ¿A qué llamáis patria vosotros los hombres entendidos por prácticos? Sé que entendéis por patria un conjunto de leyes, una maquinaria de administración, un parche en un mapa de colores chillones. Vosotros los prácticos llamáis a eso patria. Yo el iluso no tengo patria, no tengo patria pero tengo terruño (de tierra, cosa palpable).
Yo no tengo patria, yo no sé que es patria: ¿A qué llamáis patria vosotros los hombres entendidos por prácticos? Sé que entendéis por patria un conjunto de leyes, una maquinaria de administración, un parche en un mapa de colores chillones. Vosotros los prácticos llamáis a eso patria. Yo el iluso no tengo patria, no tengo patria pero tengo terruño (de tierra, cosa palpable).
No tengo El Salvador (catorce secciones en un
trozo de papel satinado); tengo Cuscatlán, una región del mundo y no una nación
(cosa vaga). Yo amo a Cuscatlán. Mientras vosotros habláis de la Constitución,
yo canto a la tierra y a la raza: La tierra que se esponja y fructifica, la
raza de soñadores creadores que sin discutir labran el suelo, modelan la
tinaja, tejen el perraje y abren el camino.
Raza de artistas
como yo, artista quiere decir hacedor, creador, modelador de formas (cosa
práctica) y también comprendedor.
La mayor parte de
vosotros se dedica en su patriotismo a pelearse por si tienen o no derecho, por
si es o no constitucional, por si será fulano o zutano, por si conviene un ismo
u otro a la prosperidad de la nación.
La prosperidad es
para vosotros el tenerlo todo, menos la tierra en su sentido maternal.
Capitalistas
embrutecidos, perezosos y bribones muestran sus caras abotagadas y crueles a no
menos crueles comunistas pedigüeños, sórdidos y rapaces. Mientras estos dos
bandos en todos sus grados de intensidad se gruñen unos a otros, nosotros los
soñadores no pedimos nada porque todo lo tenemos.
Ellos se arrebatan
las cáscaras y nos dejan la pulpa : - El pan es mío, todo mío, dejadme vender
el pan», gritan unos;«no» dicen otros :« tenemos hambre y el pan es nuestro,
porque la tierra es nuestra»... Mientras nosotros los soñadores, sin que nadie
se oponga, hacemos crecer la espiga embelleciendo el paisaje, gozamos la música
del maizal que sonríe con la brisa, recogemos cantando la mazorca y dejamos el
comerla a tarascadas a los puercos. El cafetalero es un pedante que habla del
mercado, de la baja, del alza, cuenta pisto agachado sobre las mesas, husmea
costales y no ha estado nunca tirado al fondo de un cafetal, en el misterio de
las noches de luna ; no nota la belleza del grano sangriento cuando resbala
entre los dedos de las cortadoras cantarinas, no conoce el aroma y la leyenda
de la flor del cafeto. El azucarero no ha oído nunca el susurro consolador de
los cañaverales, ni ha visto meterse al chipuste en marejadas armoniosas.
Todos ellos gritan
alrededor de una sola cosa: el dinero. Unos quieren ganar el quinientos por
ciento y otros quieren que se les suban sus salarios. El comunista usa un botón
rojo y habla de degollar, llama justicia al buen pan y buen vino bien
compartido, y no han sabido nunca del saber dar a quien todo lo tiene, que es
quien nada tiene.
El indio del arado
y de la cuma que hace el paisaje agrario bajo el sol crudo, está satisfecho de
hacer vivir con sus manos toscas y renegridas, manos de Dios, a un pueblo
entero que se entrega a una locura llamada política; que no sólo es infructuosa
sino dañina.
Este indio vive la
tierra, es la tierra y no habla nunca de patriotismo. Ni teme al extranjero que
nada puede quitarle de lo él, a menos de
quitarle la existencia.
Yo que paso en la tierra del ensueño, según vosotros, yo estoy más en el corazón de la tierra, arraigado de verdad y con raíces abajo y queriendo florear por arriba. Si la tierra de Cuscatlán se alzara un día personificada llamando a sus hijos, a mí, de los primeros me reconocería y no a los políticos y a los istas de esta cosa llamada patria. El Salvador y demás zarandejas que simbolizan con banderas y escudos y que señalan con fronteras imaginarias.
quitarle la existencia.
Yo que paso en la tierra del ensueño, según vosotros, yo estoy más en el corazón de la tierra, arraigado de verdad y con raíces abajo y queriendo florear por arriba. Si la tierra de Cuscatlán se alzara un día personificada llamando a sus hijos, a mí, de los primeros me reconocería y no a los políticos y a los istas de esta cosa llamada patria. El Salvador y demás zarandejas que simbolizan con banderas y escudos y que señalan con fronteras imaginarias.
No, no soy patriota
ni quiero serlo; tengo mejor concepto de un guineo patriota que de un hombre
patriota. A mí no me agarran ya con esas cosas respetables.
Ni siquiera trabajo
en Patria, trabajo en Vivir, es decir, no en la patria sino en la vivienda,
terruño o querencia, como diría Espino. Vivienda, sí, con sueño y todo, pero
viviendo una vida real, la vida que se saborea como vino sagrado. Yo no aro ni
siembro ni cosecho la tierra: oficio ante el altar y doy las gracias en nombre
de los soñadores cosechando un grano invisible que desgrano de la mazorca de la
vida y de la espiga de la costumbre ¿qué cosa es vuestra patria que yo no la
miro ?.. Me pedís que descienda a vuestra realidad y no sé dónde poner el pie;
por todos lados encuentro arena movediza.
Si yo os invito a
que vengáis a mi terruño, tendréis amplio campo donde correr y sudar; podréis
untaros las manos en barro fresco y llenaros el pecho de aire puro.
En esa vuestra
patria yo sólo respiro odio, cobardía, incomprensión.
¡Que diera yo por traeros a esta mi tierra ¡...Ya los pocos que había conmigo se han marchado; me encuentro casi solo. Solo con el indio contemplativo y la mujer soñadora. Ya no hay Miranda Ruano que escriba Las Voces del Terruño, libro que ya nadie lee; Ambrogi habla constantemente de Quiñonez; los Andino escriben «Política»; Bustamante es empleado de juzgado; Castellanos Rivas se hace Secretario Particular; Guerra Trigueros no oye mas caer las estrellas en la fuente inmemorial; Julio Ávila se dedica al comercio; Llerena enmudece; Gómez Campos tiene tienda; Paco Bamboa se doctora; Salvador Cañas «prepara» a sus muchachos; Masferrer ya no canta; Gavidia discute sobre el radio; Chacón hace seguros de vida; Rochac habla de finanzas; Villacorta se queja de la tesorería; Vicente Rosales anda en corrillos; Miguel Ángel Espino es fuente seca; y en fin, me veo solo en la tierra de la realidad, apenas con un Mejía Vides que quiere ir al estero a pintar un tiempo (como Gauguin en Taihiti) y un Cáceres que sueña y llora en los rincones del «Atlacatl».
Sí, ¡qué diera por traeros a esta mi tierra! (Que no es hipotética, como la vuestra): cerros enmontañados, y llanos ondulantes en donde al salir el sol cantan los gallos, en dónde no hay artículo número tal, sino un árbol de grata sombra; en dónde no hay el inciso cuarto; sino el ojo de agua para la sed; en dónde la ley de tal cosa está representada por la lluvia, por la luna o por el viento.
Lírico, sí, es verdad; pero lírico sobre el polvo de la tierra y no prosaico e insípido sobre hediondos conceptos y rancias doctrinas. Lírico bajo el cielo azul, y no sórdido bajo la loza del ismo.
Como me lo pedís, he pisado ya con mis plantas la tierra firme; pero la mía, no la vuestra, que no es firme ni es tierra sino humo (del feo).
¡Que diera yo por traeros a esta mi tierra ¡...Ya los pocos que había conmigo se han marchado; me encuentro casi solo. Solo con el indio contemplativo y la mujer soñadora. Ya no hay Miranda Ruano que escriba Las Voces del Terruño, libro que ya nadie lee; Ambrogi habla constantemente de Quiñonez; los Andino escriben «Política»; Bustamante es empleado de juzgado; Castellanos Rivas se hace Secretario Particular; Guerra Trigueros no oye mas caer las estrellas en la fuente inmemorial; Julio Ávila se dedica al comercio; Llerena enmudece; Gómez Campos tiene tienda; Paco Bamboa se doctora; Salvador Cañas «prepara» a sus muchachos; Masferrer ya no canta; Gavidia discute sobre el radio; Chacón hace seguros de vida; Rochac habla de finanzas; Villacorta se queja de la tesorería; Vicente Rosales anda en corrillos; Miguel Ángel Espino es fuente seca; y en fin, me veo solo en la tierra de la realidad, apenas con un Mejía Vides que quiere ir al estero a pintar un tiempo (como Gauguin en Taihiti) y un Cáceres que sueña y llora en los rincones del «Atlacatl».
Sí, ¡qué diera por traeros a esta mi tierra! (Que no es hipotética, como la vuestra): cerros enmontañados, y llanos ondulantes en donde al salir el sol cantan los gallos, en dónde no hay artículo número tal, sino un árbol de grata sombra; en dónde no hay el inciso cuarto; sino el ojo de agua para la sed; en dónde la ley de tal cosa está representada por la lluvia, por la luna o por el viento.
Lírico, sí, es verdad; pero lírico sobre el polvo de la tierra y no prosaico e insípido sobre hediondos conceptos y rancias doctrinas. Lírico bajo el cielo azul, y no sórdido bajo la loza del ismo.
Como me lo pedís, he pisado ya con mis plantas la tierra firme; pero la mía, no la vuestra, que no es firme ni es tierra sino humo (del feo).
Lo he hecho porque
me habéis obligado, porque al fin habéis conseguido distraerme de mi “éxtasis
azul impráctico” y hasta habéis logrado indignarme un segundo. Sabed de una vez
por todas, que no tengo patria ni reconozco patria de nadie. Mi campo es más
amplio que esa tajadita de absurdo que queréis darme. Mucho más amplio.
Ni siquiera el
mundo.
Ni siquiera el
cosmos...
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