miércoles, 16 de mayo de 2012

identidad


EL SALVADOR EN UNA CRISIS DE FALTA  IDENTIDAD




Por: Lic. Mario Alexis Ayala P.

 En la actualidad es muy comun observar, jovenes integrar las denominadas triduos hurdanas las cuales suelen distinguirse por mostrarse como una alternativa de identidad a falta de una propia, lo cual es muy preocupante, por lo que a continuación a bordare esta tematica.


La generalización de la crisis de identidad y su parecido en todo el mundo se explican por la pérdida de toda referencia por parte de los pueblos, cuyas culturas son incapaces de mantenerse  y de enfrentarse  de los grandes medios de comunicación, que actualmente no conocen fronteras.

Hoy en día actúan dos principales dinámicas en contra de las culturas de estos pueblos (débiles culturalmente)
-         La dinámica integradora, que refleja la mundialización de las élites a través de la adhesión a un sistema común de valores.
 Es decir las poblaciones que aspiran a fundirse con esta élite internacional tienden a desarrollar un espíritu cosmopolita liberado de toda traba étnica, nacional y religiosa.
Esta identidad refleja su relación abierta con el mundo y con el otro.
-         La dinámica de fraccionamiento, que actúa por una búsqueda nunca satisfecha de más especificidad y particularismo.
Los micros identidades, necesariamente frágiles, que nacen de esta dinámica cristalizan en hechos efímeros, pertenencias, relaciones de parentesco o afinidades inventadas, inconexas y ocasionales.
Se inspiran en relatos de clan, familiares, étnico-confesionales.
En esta dinámica uno no se singulariza gracias a una cultura, sino oponiéndose a ella.  
Se constituye por negación, rechazo y recelo; es la dinámica de la segregación.
La convergencia de estas dos dinámicas radicalmente opuestas provoca una fractura identitaria irreparable, tanto en el interior de cada sociedad, como a escala del conjunto de la humanidad.  Al marginalizar las culturas menos dotada de medios, conduce a una nivelación por abajo del nivel cultural a escala planetaria. Socava el equilibrio psicológico de las sociedades y favorece el desarrollo de diversas variantes de racismo, xenofobia, prejuicio y desamparo moral e intelectual.
Asimismo, amenaza la diversidad y el pluralismo cultural del mundo, reduce el margen de libertad de los creadores, tanto en relación con los amos productores de la infraestructura cultural global, como ante las masas desclasadas de las megalópolis, transformadas en depósitos de una sub humanidad maltratada.

¿Qué respuesta desarrollar ante los desafíos culturales de la globalización?
La estrategia que defienden los Estados Unidos y las multinacionales de la industria cultural no se basa sólo en consideraciones económicas.
Forma parte de una estrategia global cuyo objetivo es asegurar el liderazgo mundial de los Estados Unidos y, tras ésta, la hegemonía occidental, colonizando las culturas débiles culturalmente como la nuestra.
A partir de ahora, los medios de comunicación de la era global, dominados por multinacionales norteamericanas, cuyo único principio son los sus propios beneficios, configuran la cultura del mañana: los temas, las normas, los valores, la visión de la vida, la agenda intelectual.
Expresan el control por parte de un puñado de empresas o de grupos industriales sobre el conjunto de la esfera cultural, de la producción, de la distribución y de la comunicación.
2 momentos han marcado la respuesta de los estados a esta estrategia hegemónica:
- El crecimiento de las inversiones de los estados en los equipamientos informáticos.
- La asociación con las grandes multinacionales o la búsqueda de una mejor cooperación con ellas, para acceder a la economía y a la cultura global.
Estas estrategias han tenido efectos muy relativos, pues carecen de una visión global y humana del papel y del lugar que ocupan las culturas -o más, bien, la cultura- en nuestras sociedades próximas al siglo XXI.
Como ha demostrado la experiencia europea en la aplicación del principio de excepción cultural, es difícil encontrar una solución a los problemas culturales nacionales, o incluso continentales, basándose en el egoísmo.
Al rechazar que se asocien los estados cuya integridad cultural se ve amenazada, para asegurarse un trato privilegiado y unilateral, los europeos se arriesgan a perder pronto la partida frente a los norteamericanos.
 Ciertamente, Europa no está tan amenazada como los países más despojados –africanos, árabes, asiáticos, latinoamericanos–, pero su cultura puede encontrarse desestabilizada de un modo semejante.

¿Qué hacer?
El proteccionismo no sólo resulta ineficaz, sino que ya no es posible en este terreno.
 La respuesta a los peligros de la deculturación, la precarización cultural, la marginación colectiva y al riesgo de una crisis identitaria generalizada, que necesariamente desembocaría en guerras de purificación étnica no puede ser nacional o de tipo nacional.
Únicamente una acción global concertada que trate de contrarrestar los efectos negativos de la globalización puede detener la devastación mercantil y ayudar a preservar a la humanidad de una hecatombe cultural.
Esto supone una verdadera solidaridad interhumana pues, si no se desarrolla un marco internacional adecuado para proteger a las culturas amenazadas, la revolución de la comunicación puede producir, en el ámbito cultural, el mismo efecto que la revolución industrial tuvo sobre la artesanía.
La producción de mercancías a gran escala trastornó los mercados nacionales y condenó a la economía artesanal a desaparecer, aunque parte de ella continuará alimentando los mercados secundarios del turismo o de la población pobre.
Es la consecuencia de toda mutación técnica o tecnológica, ya que ésta conduce necesariamente a aumentar el abismo que separa las diferentes partes de una cultura.
Sólo una política de prevención y de ayuda al desarrollo cultural de los países pobres puede evitar este trágico destino.
Si Europa, con su gran cultura, siente la necesidad de un trato excepcional para defenderse del peligro de un predominio cultural y mediático norteamericano demasiado potente, los países de culturas menos dinámicas y sin recursos no pueden pedir menos que una política de apoyo activo contra una destrucción cultural ineluctable.
Ha llegado el momento de que se inicie un diálogo global entre todos los actores -creadores, poderes públicos y empresas de producción- para elaborar una estrategia de protección al patrimonio cultural de las sociedades débiles culturalmente  y disponer de los medios apropiados para la preservación de su patrimonio cultural  que forma parte de la humanidad y para la lucha contra un verdadero peligro de desertización moral e intelectual.
Los valores de la humanidad no deben ser comercializables.
La comunidad internacional, que ha aceptado el principio de protección de los monumentos históricos del pasado, no podrá o no debe dudar en defender por medios similares la calidad de nuestras culturas amenazadas.

Sugerencias y/o comentarios favor envíemelos a los siguientes direcciones electrónicas.

http://alexis-mimundomiespacio.blogspot.com,   alexisayala875@yahoo.es



San Salvador  16 de  Mayo 2012

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