EL SALVADOR EN UNA CRISIS DE FALTA IDENTIDAD
Por: Lic. Mario Alexis
Ayala P.
En la actualidad es muy comun observar, jovenes integrar las denominadas triduos hurdanas las cuales suelen distinguirse por mostrarse como una alternativa de identidad a falta de una propia, lo cual es muy preocupante, por lo que a continuación a bordare esta tematica.
La generalización de la crisis de identidad y su parecido en todo
el mundo se explican por la pérdida de toda referencia por parte de los pueblos,
cuyas culturas son incapaces de mantenerse y de enfrentarse de los grandes medios de comunicación, que
actualmente no conocen fronteras.
Hoy en día actúan dos principales dinámicas en contra de las
culturas de estos pueblos (débiles culturalmente)
-
La dinámica integradora, que refleja la mundialización de las élites a través de la
adhesión a un sistema común de valores.
Es decir las poblaciones
que aspiran a fundirse con esta élite internacional tienden a desarrollar un
espíritu cosmopolita liberado de toda traba étnica, nacional y religiosa.
Esta identidad refleja su relación abierta con el mundo y con el
otro.
-
La dinámica de fraccionamiento, que actúa por una búsqueda nunca satisfecha de más
especificidad y particularismo.
Los micros identidades, necesariamente frágiles, que nacen de esta
dinámica cristalizan en hechos efímeros, pertenencias, relaciones de parentesco
o afinidades inventadas, inconexas y ocasionales.
Se inspiran en relatos de clan, familiares, étnico-confesionales.
En esta dinámica uno no se singulariza gracias a una cultura, sino
oponiéndose a ella.
Se constituye por negación, rechazo y recelo; es la dinámica de la
segregación.
La convergencia de estas dos dinámicas radicalmente opuestas
provoca una fractura identitaria irreparable, tanto en el interior de cada
sociedad, como a escala del conjunto de la humanidad. Al marginalizar las culturas menos dotada de
medios, conduce a una nivelación por abajo del nivel cultural a escala
planetaria. Socava el equilibrio psicológico de las sociedades y favorece el
desarrollo de diversas variantes de racismo, xenofobia, prejuicio y desamparo moral
e intelectual.
Asimismo, amenaza la diversidad y el pluralismo cultural del
mundo, reduce el margen de libertad de los creadores, tanto en relación con los
amos productores de la infraestructura cultural global, como ante las masas
desclasadas de las megalópolis, transformadas en depósitos de una sub humanidad
maltratada.
¿Qué respuesta desarrollar ante los desafíos culturales de
la globalización?
La estrategia que defienden los Estados Unidos y las
multinacionales de la industria cultural no se basa sólo en consideraciones
económicas.
Forma parte de una estrategia global cuyo objetivo es asegurar el
liderazgo mundial de los Estados Unidos y, tras ésta, la hegemonía occidental, colonizando
las culturas débiles culturalmente como la nuestra.
A partir de ahora, los medios de comunicación de la era global,
dominados por multinacionales norteamericanas, cuyo único principio son los sus
propios beneficios, configuran la cultura del mañana: los temas, las normas,
los valores, la visión de la vida, la agenda intelectual.
Expresan el control por parte de un puñado de empresas o de grupos
industriales sobre el conjunto de la esfera cultural, de la producción, de la
distribución y de la comunicación.
2 momentos han marcado la respuesta de los estados a esta
estrategia hegemónica:
- El crecimiento de las inversiones de los estados en los
equipamientos informáticos.
- La asociación con las grandes multinacionales o la búsqueda de
una mejor cooperación con ellas, para acceder a la economía y a la cultura
global.
Estas estrategias han tenido efectos muy relativos, pues carecen
de una visión global y humana del papel y del lugar que ocupan las culturas -o
más, bien, la cultura- en nuestras sociedades próximas al siglo XXI.
Como ha demostrado la experiencia europea en la aplicación del
principio de excepción cultural, es difícil encontrar una solución a los
problemas culturales nacionales, o incluso continentales, basándose en el
egoísmo.
Al rechazar que se asocien los estados cuya integridad cultural se
ve amenazada, para asegurarse un trato privilegiado y unilateral, los europeos
se arriesgan a perder pronto la partida frente a los norteamericanos.
Ciertamente, Europa no está
tan amenazada como los países más despojados –africanos, árabes, asiáticos,
latinoamericanos–, pero su cultura puede encontrarse desestabilizada de un modo
semejante.
¿Qué hacer?
El proteccionismo no sólo resulta ineficaz, sino que ya no es
posible en este terreno.
La respuesta a los peligros
de la deculturación, la precarización cultural, la marginación colectiva y al
riesgo de una crisis identitaria generalizada, que necesariamente desembocaría
en guerras de purificación étnica no puede ser nacional o de tipo nacional.
Únicamente una acción global concertada que trate de contrarrestar
los efectos negativos de la globalización puede detener la devastación
mercantil y ayudar a preservar a la humanidad de una hecatombe cultural.
Esto supone una verdadera solidaridad interhumana pues, si no se
desarrolla un marco internacional adecuado para proteger a las culturas
amenazadas, la revolución de la comunicación puede producir, en el ámbito
cultural, el mismo efecto que la revolución industrial tuvo sobre la artesanía.
La producción de mercancías a gran escala trastornó los mercados
nacionales y condenó a la economía artesanal a desaparecer, aunque parte de
ella continuará alimentando los mercados secundarios del turismo o de la
población pobre.
Es la consecuencia de toda mutación técnica o tecnológica, ya que
ésta conduce necesariamente a aumentar el abismo que separa las diferentes
partes de una cultura.
Sólo una política de prevención y de ayuda al desarrollo cultural
de los países pobres puede evitar este trágico destino.
Si Europa, con su gran cultura, siente la necesidad de un trato
excepcional para defenderse del peligro de un predominio cultural y mediático
norteamericano demasiado potente, los países de culturas menos dinámicas y sin
recursos no pueden pedir menos que una política de apoyo activo contra una
destrucción cultural ineluctable.
Ha llegado el momento de que se inicie un diálogo global entre
todos los actores -creadores, poderes públicos y empresas de producción- para
elaborar una estrategia de protección al patrimonio cultural de las sociedades débiles
culturalmente y disponer de los medios
apropiados para la preservación de su patrimonio cultural que forma parte de la humanidad y para la
lucha contra un verdadero peligro de desertización moral e intelectual.
Los valores de la humanidad no deben ser comercializables.
La comunidad internacional, que ha aceptado el principio de
protección de los monumentos históricos del pasado, no podrá o no debe dudar en
defender por medios similares la calidad de nuestras culturas amenazadas.
Sugerencias y/o comentarios favor envíemelos a los siguientes
direcciones electrónicas.
San Salvador 16 de
Mayo 2012
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